El mundo del deporte sigue siendo un ejemplo de discriminación hacia las mujeres.
Algunas deportistas de élite se han rebelado contra lo que consideran son indumentarias sexistas.
La semana pasada os hablamos de la influencia de los juegos olimpicos en la imagen de las marcas, esta semana quiero hacer una reflexión sobre la discriminación sexista en el certamen deportivo más importante del mundo.
Durante el pasado mes de julio se celebraron las Olimpiadas de Tokio, una edición, la de los XXXII Juegos Olímpicos, muy esperada ya que el año pasado se suspendieron a causa de la Covid-19. Al margen de las cifras de medallas o de datos puramente deportivos, estos Juegos Olímpicos, han estado acompañados de polémica llenando de contenido a los medios de comunicación y viralizándose en redes sociales por algunas noticias, que nuevamente, han tenido como protagonista a la figura de la mujer.
Las principales protagonistas de la polémica han sido las jugadoras de la selección de balonmano playa de Noruega, que desde principios de año plantearon que no les parecía correcto ni adecuado el código que regía la vestimenta con la que debían competir. “Las mujeres deben llevar un bikini en el que la parte superior debe ser un sujetador deportivo ajustado y las bragas no deben medir más de diez centímetros en los laterales”, dice el reglamento noruego, las componentes del equipo se manifestaron en contra durante el Campeonato de Europa y enviaron una solicitud para jugar con shorts hasta el muslo. La respuesta fue clara, si no seguían el reglamento fijado serían multadas. Ellas argumentaron que la indumentaria era claramente discriminatoria porque las hacía sentir incómodas y sexualizadas. No hay más que ver las imágenes para darse cuenta del tamaño de la equipación en cuestión y de cómo apenas cubría el cuerpo de las deportistas. Pero todavía era más flagrante, ver la foto de la selección masculina de este deporte, con sus bermudas y su camiseta y al lado, la femenina con el mini bikini.
El equipo noruego estaba dispuesto a pagar, sin embargo, se llevó un gran susto justo antes del comienzo del primer partido del torneo europeo, cuando se enteró de que la sanción se endurecía de repente. La sanción no sería sólo económica, la amenaza llegó hasta plantear su descalificación. “Así que nos vemos obligadas a jugar con biquini”, aseguraba la capitana del equipo, Katinka Haltvik.
En un partido, precisamente contra la Selección Española, en el que se jugaban el tercer puesto europeo, las escandinavas se plantaron y jugaron con unos shorts, automáticamente fueron sancionadas con una multa de 1.500 € por la Federación Europea de Balonmano (EHF) por no llevar la indumentaria reglamentaria. El revuelo causado fue enorme, las redes sociales no dejaron de solidarizarse con las jugadoras, las integrantes del equipo de gimnasia femenina de Alemania optaron por usar uniformes que cubrían todo el cuerpo en las calificaciones de Tokio 2020, ya que querían defender la libertad de elección de las atletas y contrarrestar la ‘sexualización’ del deporte, en esta línea de apoyos, la cantante estadounidense Pink, publicó un tweet dirigiéndose a las deportistas noruegas en el que las felicitaba por su coraje y las animaba a seguir luchando contra la discriminación sexista, al mismo tiempo que les decía “No os precupéis por las multas, yo os las pagaré encantada”.
La del deporte femenino es la historia de una lucha. A lo largo de los siglos, las mujeres han tenido que abrirse paso en contra de los prejuicios y las trabas que les ponía una sociedad que creía que ellas no podían, o no debían, hacer deporte. El deporte era sólo cosa de hombres. Aún queda mucho camino por recorrer para que el deporte femenino se equipare al masculino. El peso de siglos de discriminación aún se hace notar, en relevancia, salarios o número de mujeres que se dedican profesionalmente al deporte.
Gracias a la lucha de tantas mujeres a lo largo de los siglos, hemos avanzado mucho y hoy en día se considera normal en la mayoría de países que ellas participen en competiciones profesionales o hagan deporte como aficionadas, no obstante, es evidente que hay que seguir realizando esfuerzos para conseguir la igualdad entre géneros también en este ámbito. Las mujeres que forman la selección noruega de balonmano playa han contribuido con su reivindicación a la causa de la no discriminación por razón de sexo, y todas y todos debemos darles las gracias. El camino no es fácil pero la recompensa para la erradicación de las desigualdades en las futuras generaciones es la meta.
Artículo de opinión publicado en el medio de comunicación Murcia Economía. Pincha aquí