Murcia – 08/07/2020.- La crisis del COVID-19 ha provocado un parón en toda actividad humana. Durante el periodo de confinamiento la industria se ha mantenido bajo mínimos de producción al igual que el tráfico dentro y entre ciudades. Entre los muchos efectos a nivel social que esto ha acarreado se incluye la cancelación de cualquier tipo de evento, fiesta popular o concentración (Semana Santa, Feria de Abril… etc.) y ha truncado cualquier viaje a corto plazo. España ha sido un país muy perjudicado, tanto a nivel de impacto en la salud del virus como de ingresos, ya que el turismo es uno de los ejes principales de nuestra economía. Según datos de 2019, nuestro país recibió 83,7 millones de viajeros internacionales que dejaron más de 92.000 millones de euros y este año 2020 la cifra va a ser muy inferior debido a las restricciones de cada país, a la situación de emergencia se mantiene a nivel global y a la reticencia de buena parte de la población a desplazarse entre países.
Además de la trágica situación que hemos vivido, otra de las noticias que más ha llamado la atención durante este confinamiento ha sido el descenso de los niveles de contaminación en las ciudades. De hecho, en el tiempo que estuvimos en casa la contaminación se redujo al menos un 50% en las 80 ciudades más pobladas de España, por lo que la calidad del aire fue una de las beneficiarias del menor uso de vehículos y combustibles fósiles en las áreas urbanas. Esta mejora ambiental ha sido una ilusión puntual pero que ha hecho que muchas personas valoren y tengan en cuenta el medio ambiente y realmente se conciencien de la cantidad de emisiones de gases que emitimos a la atmósfera cada día, lo cual puede utilizarse a su favor esta temporada estival en cuanto a practicar un turismo que tenga en cuenta los valores ambientales y una huella de carbono mucho más baja; en definitiva, un Turismo Sostenible.
La Organización Mundial de Turismo (OMT) define este tipo de turismo como “una vía hacia la gestión de todos los recursos de forma que puedan satisfacer las necesidades económicas, sociales y estéticas, respetando al mismo tiempo la integridad cultural, los procesos ecológicos esenciales, la diversidad biológica y los sistemas que sostienen la vida”.
Este verano tenemos la oportunidad de poner esto en práctica. Al estar más limitados los viajes internacionales y fomentar el turismo nacional, tenemos a nuestra disposición otros medios de transporte con una huella en carbono más baja que la que produce un destino internacional. La cantidad de CO2 por pasajero y Km que se emite es mucho menor, al igual que el cómputo total de kilometraje, en vehículos particulares (104 g CO2 pasajero/Km), o autobuses (68 g CO2) siendo aproximadamente esta cifra de 285 g CO2 por pasajero y Km para aviones, que duplican y en algunos casos triplican las emisiones.
A la hora de llegar a nuestro destino tampoco podemos dejar de lado 2 factores importantes. El primero, es que las medidas de seguridad frente al coronavirus siguen impuestas y hay que respetarlas para evitar nuevos contagios y el segundo es, que las medidas de ahorro energético y sostenibilidad en cuanto a uso de transporte público, movilidad sostenible y ahorro de agua siguen muy presentes. Cualquier medida de ahorro energético en el lugar de destino se traduce inmediatamente en una menor cantidad de contaminantes liberados a la atmósfera, medios de transporte como la bicicleta tienen una huella ambiental de 0 emisiones y acciones cotidianas como el reciclaje reducen las emisiones atmosféricas al volver a introducir en la cadena de valor un material que no se tiene que volver a fabricar ni se convierte en un residuo.
El Turismo Sostenible intenta abarcar todo el espectro que tiene que ver con la salud ambiental y a la vez pone en valor algo muy preciado que hemos conseguido durante esta crisis, que nuestras ciudades gocen de una calidad de aire digna gracias a reducir las emisiones durante nuestra estancia.
El turismo de sol y playa entre otros, masificado hace ya algunas décadas, ha provocado el declive y la pérdida de muchos de nuestros espacios naturales a nivel nacional. La ciudadanía es cada vez más consciente de este problema y ya se percibe más interés por destinos turísticos que realizan acciones a favor de preservar la biodiversidad y de reducir los contaminantes que la actividad humana genera, entre ellos los gases de efecto invernadero. Este nuevo modelo de turismo, promovido principalmente por la nueva oleada generacional y personas más sensibilizadas está en alza. Cada vez se demanda más que los valores ambientales estén por encima del desarrollo descontrolado y las etiquetas de sostenibilidad o neutralidad en carbono son un aliciente que atrae a estos visitantes, como pueden ser a nivel de hoteles que estén certificados en eficiencia energética o huella de carbono, actividades culturales con estudios de sostenibilidad o ciudades que ofertan alternativas de transporte y movilidad sostenibles.
El turismo se reinventa, el nuevo consumidor, consciente de su papel frente al cambio climático, más concienciado y más responsable, demanda productos y servicios en consonancia con la Sostenibilidad de sus acciones, lo que hace de esta premisa un valor añadido a destinos que ya están implantando sistemas de control de sus emisiones derivadas de la actividad turística. Las actividades y destinos que realizan el esfuerzo de calcular su impacto ambiental derivado del turismo marcan la diferencia respecto a la competencia y una de las mejores formas de trasmitirlo es mediante el indicador de la huella de carbono.
Por eso, desde Green CO2 (www.greenCO2.es) ayudamos a todas las empresas e instituciones que quieran diferenciarse a través de un compromiso con el medio ambiente, enfocado a la gestión de gases de ésta huella de carbono
Por Mar Abenza, CEO de Green CO2 Consulting y Marevents Comunicación Global.